Partiendo de la base que la lectura suele encontrarse en el punto de mira de los profesionales y de los formadores, ya que suelen poner énfasis en ella debido a que es de las cuatro habilidades básicas la que menos se suele llevar a cabo y, sobre todo, por los jóvenes de la sociedad actual. Ya no porque sea la habilidad, que de entre las cuatro, más dificultad tenga llevarla a la práctica, se le deba restar la importancia que merece, ya que tanto hablar, escuchar, leer y escribir son igualmente significativas.
Por un lado, tomando como referencia los datos obtenidos en el artículo, se puede observar que las personas no leen nada o muy poco, incluso llegando al extremo de no poder llegar a decir ni tan solo poco. Analizándolo en base a los datos, la situación llega a ser extremadamente preocupante. Que la gente no lea implica que reniega a aprender, que rechaza a que su formación crezca y que se opone a ver ampliada su cultura. ¿Cómo algo como es la lectura, portadora de cultura y formación, puede ser tan poco valorada?. Básicamente, porque las personas de una sociedad como la de hoy en día prefiere destinar su tiempo libre a otros quehaceres. Con esto quiero decir, que la mayoría de veces, las personas encontramos mejores cosas a las que dedicarnos y que claramente ocupan un lugar de preferencia previo a la lectura, pero ¿por qué a la gente no le interesa la lectura?. Este hecho, puede ser incentivado por el gran avance de las tecnologías en la última década, ya que la aparición de blogs, webs especializadas y las redes sociales, han sido probablemente la principal causa por lo que la lectura como hábito se ha visto reducida.
Además, también considero que la aparición y los grandes avances tecnológicos han influido enormemente en que el uso de las bibliotecas públicas se vea disminuido, ya que las personas en la actualidad, la mayoría de las veces, acudimos a ellas por pura necesidad y no para nada por apetencia. Necesidad para conseguir algún libro para algún trabajo o para fomentar la concentración en períodos de exámenes.
Por tanto, a pesar de que queda constancia de que, en general, las personas no somos lectoras de hábito o al menos tan solo un bajo porcentaje, no debemos obviar la lectura, ya que estaríamos obviando, probablemente, la mayor fuente de aportación cultural para la persona. En definitiva, no se le puede seguir negando.
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