A continuación podéis encontrar resumido el siguiente artículo relacionado con la BLIJ:
La animación a la lectura desde edades tempranas
Pedro César
Cerrillo Torremocha
Aunque nunca se ha leído
tanto como ahora ni nunca han existido tantos lectores, leer no está de moda;
al contrario, es una actividad muy poco valorada por muchos sectores de la
sociedad, entre ellos los medios de comunicación y, particularmente, los
jóvenes.
Se lee más como fuente de
información que como fuente de conocimiento. Los peligros de practicar sólo esa
lectura son las limitaciones que termina imponiendo al lector.
Las lecturas obligatorias,
que en el caso de la LIJ son las lecturas escolares, hay que aceptarlas y
realizarlas. Debemos demostrarles que esas lecturas serán importantes para
ellos, al tiempo que les permitirán compartir con otras personas pensamientos o
emociones, sueños o inquietudes.
Sin embargo, al llegar a la
adolescencia, muchos chicos suelen perder el hábito lector adquirido en la
escuela. En la creación de hábitos lectores estables el primer ámbito de
influencia sería el de la familia, tras la familia, estaría la escuela. Y en
tercera instancia, pero en relación con las dos anteriores, la biblioteca.
En los últimos veinticinco o
treinta años han sido frecuentes las actividades de animación a la lectura,
sobre todo en los ámbitos escolar y bibliotecario, pero también necesita un
buen empuje la Promoción, ya que, hasta ahora, aun habiéndose mejorado los
índices lectores, no han existido «políticas de promoción lectora» debidamente
institucionalizadas, sino, más bien, empeños y proyectos aislados.
En cualquier estrategia o
técnica que programemos el animador debe tener en cuenta las siguientes
cuestiones: los destinatarios, el libro que se proponga, el carácter grupal o
colectivo de la estrategia, las actividades a realizar, la existencia de un
espacio para la lectura individual y silenciosa, la periodicidad, los
materiales que se vayan a emplear y el componente no utilitario de la
estrategia.
Los más peligrosos son la
obligatoriedad de la animación y que esta se identifica con un trabajo de clase
más. Del mismo modo, son elementos negativos en una animación: que el libro
elegido ya se haya usado con otro fin, que la animación conlleve premios o
castigos, que el libro no conecte con los destinatarios, que la animación
obligue a un trabajo ulterior fuera de la propia animación o que cuando el
texto elegido sea fragmentado, tenga insuficiente vida propia.
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